Ayer, tuvimos el privilegio en el Colegio Ave María Varadero de recibir la visita de nuestra querida vecina, Mari Carmen Sabio Rodríguez. Con gran emoción, Mari Carmen compartió con la Comunidad Educativa los detalles muy interesantes sobre la construcción de nuestro amado colegio. Nos relató cómo Don José Montero Vives, al percatarse de la carencia de un centro educativo en el barrio, decidió tomar cartas en el asunto para brindar a los niños del vecindario la oportunidad de recibir una educación adecuada.
Mari Carmen nos contó que ella misma tuvo la fortuna de comenzar su educación aquí gracias a los esfuerzos de Don José Montero, quien, con la ayuda de la comunidad, logró materializar el proyecto del colegio. Padres de familia, vecinos y voluntarios se unieron para trabajar en la construcción, mientras aquellos que no podían participar físicamente aportaban económicamente. Don José Montero, con su incansable labor, consiguió que el Ayuntamiento de Motril cediera los terrenos para la edificación del centro educativo.
Gracias a la dedicación de Don José Montero, el sueño de tener un colegio en el barrio se hizo realidad. Además, la construcción del colegio trajo consigo mejoras significativas para la comunidad, como la llegada de la electricidad y el suministro de agua potable, servicios que anteriormente eran inexistentes en la zona. Su legado perdura como un testimonio vivo de su compromiso con la educación y el bienestar de la comunidad.
Vida de D. José Montero:
José Montero Vives, destacado pedagogo, vio la luz en Motril el 13 de julio de 1929. Hijo de Don Federico Montero, propietario de una tienda de ultramarinos en la localidad, y de su esposa, Doña Isabel Vives.
Sus primeros pasos en la educación los dio en su Motril natal, y más tarde continuó su formación en Granada. Inició sus estudios de Teología en esta ciudad, antes de ser becado por la Universidad Católica de Lovaina, donde trasladó su residencia.
Desde entonces, Montero Vives mostró interés por las Escuelas del Ave María, ubicadas en el Sacromonte, dedicadas a los más desfavorecidos de Granada. En Lovaina, junto al sacerdote Don José Jiménez Fajardo, compartió el sueño de continuar la labor de Don Andrés Manjón, fundador de las escuelas del Ave María. La prematura muerte de Fajardo lo dejó prácticamente solo en este proyecto.
El 28 de octubre de 1956 fue ordenado sacerdote y dos días después celebró su primera misa en Motril. Profundamente dedicado al estudio de Manjón, captó su ideario de formar «personas que se consagren a Dios para el servicio de los pobres», entendiendo por pobres a los hijos de obreros y a los abandonados en la miseria.
Su tesis doctoral versa sobre Andrés Manjón, y son numerosos sus libros y artículos sobre él, sobre Pedagogía y sobre las escuelas del Ave María. Toda su vida estuvo enfocada en perpetuar y aplicar el ideario de su fundador, a veces como director, otras como capellán, siempre al servicio de las escuelas y de los más necesitados.
Para la ciudad de Motril, es destacable que él impulsara la construcción de las escuelas del Ave María en La Playa de Motril, en junio de 1957, reconociendo las carencias educativas de esta zona de la ciudad.